La magia de fotografiar la infancia sin filtros

Una reflexión sobre cómo capturar la verdadera esencia de los niños: espontaneidad, ternura y emoción real. El valor de lo imperfecto. 1. Cuéntale qué va a pasar Antes del día de la sesión, habla con tu hijo y explícale con tranquilidad que va a hacer fotos con una persona muy simpática (yo), y que no necesita hacer nada especial, solo ser él mismo. Evita decir frases como “pórtate bien” o “tienes que sonreír”, porque pueden generar presión. 3. Evita venir con prisas La clave está en la calma. Intenta que ese día no esté cargado de actividades. Llega con tiempo, sin correr, y si puedes, convierte la sesión en un pequeño plan divertido. Incluso puedes traer algún objeto que le guste: un cuento, un juguete, su mantita favorita... 4. No lo dirijas desde fuera Durante la sesión, es importante que confíes y me dejes conectar con él. Si le estás diciendo constantemente “mira a mamá”, “sonríe”, “ponte recto”… es fácil que se bloquee. Yo me encargo de guiar la sesión, siempre desde el juego y la conexión emocional. 5. Lo más importante: déjalo ser niño Lo bonito está en lo espontáneo: una risa descontrolada, una mirada tímida, una carrera entre hojas. Cuanto más natural sea el momento, más auténtico será el recuerdo. La magia de la infancia no necesita filtros.